viernes, 26 de octubre de 2012

Las ondas - la vida y la muerte

Por muchas causas y en diversos casos las ondas EM han sido causantes de accidentes mortales que en un principio parecían inexplicables. Un caso es el que se dio un 30 de junio de 1971, cuando la nave espacial soviética Soyuz XI puso a en funcionamiento un nuevo sistema automático de aterrizaje. Esto se llevo a cabo luego de que la nave estuviera 24 días en el espacio.

Aquí en la Tierra, estaba todo bien, es más, todos estaban más que complacidos con el desempeño de la nave, más allá de que en los minutos finales, se perdió el contacto con los astronautas que tripulaban la nave, ellos eran: Dobrovolsky, Volkov y Patsayev. Esto hecho justo se da en el momento en el cual la nave de regreso a la Tierra, debía atravesar la ionosfera, cargada como es sabido de partículas eléctricas. Pero esto no significaba un elemento de preocupación, pues este acontecimiento es normal. Pero lo que son los misterios de la vida, los tres hombres aparecieron muertos, algo que dejó a todos consternados.

Resulta que los científicos y técnicos, vaya sorpresa que se llevaron al abrir la compuerta de la nave. Los tripulantes se encontraban sonrientes, pero algo no funcionaba bien, pues ninguno se movía, ni siquiera para saludar, pues estaban muertos. Este hecho hizo que se reviviera lo acontecido en abril de 1967, otra de las muertes sin explicación. Esta vez la víctima era V. M.Komarov, piloto de la primera nave Soyuz, esta se estrelló en circunstancias jamás aclaradas. Pero volviendo al caso anterior, lo que se dijo en ese momento fue que los tres pilotos murieron por culpa de la descompresión, pero para sorpresa de todos, la autopsia no reveló hemorragias internas.

Los médicos, también le erraron, ellos entendían que los pilotos habían sido presos de trombosis o que el pánico los condujo a un paro cardíaco, todo esto basado en la hipótesis de que los astronautas hubieran pensado que ineludiblemente se estrellarían. Este al igual que otros misterios de la vida, encontró la solución un tiempo más tarde, por un médico turco que trabajaba en el hospital antituberculoso Ataturk, en Ankara.

El doctor Gultekin Gaymac, quien escuchó la noticia por radio, tuvo la inteligencia y la visión de relacionar este lamentable acontecimiento con algunas experiencias realizadas sobre la electricidad. Fue así que comprobó, que la intensidad de las cargas eléctricas presentes en la atmósfera responde a ciertos ciclos definidos. Dedujo que las cargas eléctricas en la ionosfera aumentaron repentinamente hasta extremos insostenibles, lo que condujo a una aguda alcalosis en los astronautas soviéticos.

La alcalosis, o contenido alcalino exageradamente elevado en sangre y tejidos, conduce inevitablemente al paro cardíaco. El anhídrido carbónico que se presenta en exceso en el organismo provoca un rictus en las víctimas. Esto fue lo que hizo parecer de que los pilotos estaban sonriendo. El médico turco, especialista en estudiar los misterios de la vida, había observado que cada vez que crecía la carga eléctrica en la atmósfera, provocada por el aumento de la actividad solar, era mayor el número de ataques cardíacos en el hospital, así como los tuberculosos sufrían fuertes recaídas.

Fue así entonces, que realizó pruebas con voluntarios dispuestos y descubrió que les sucedía lo mismo que a sus pacientes: crecía el índice de sodio y colesterol, además de subir la alcalinidad de la sangre y descender el índice de potasio hasta extremos peligrosos. Y el potasio es vital para el buen funcionamiento de la actividad eléctrica que hace que el corazón funcione correctamente.

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